martes, 25 de septiembre de 2012

Pilum

Pilum pesado
El pilum era el arma principal, junto con el gradius, de un legionario romano. Dejó de usarse progresivamente a partir del siglo III. Aun siendo un arma básica en el armamento romano, se cree que sacaron la idea de los samnitas, uno de sus rivales más importantes de Italia para así poder hacer frente a las temidas cargas celtas.

Este arma ha sido encontrada de tamaños diferentes, por ello, se ha supuesto que existian varios modelos diferentes. La punta era de forma piramidal. Al impactar contra un escudo de madera era muy habitual que este se perforase. La vara, al ser metálica, deslizada con facilidad por el agujero hecho por la punta, alcanzando en ocasiones al enemigo.

Durante muchos años se ha creido que el pilum se arrojaba para quedar clavado en el escudo, doblarse, y así inutilizarlo, pero aun no se ha llegado a una conclusión clara sobre su funcionamiento, ya que estudios modernos han demostrado que el pilum no se doblaba.

El pilum ligero (jabalina de madera de buen alcance y poca capacidad de perforación) era usado, generalmente, para detener un poco el avance enemigo, y además causar alguna que otra baja. Justo cuando el enemigo se retrasase un poco tras el lanzamiento del pilum ligero, se lanzaba el pilum pesado (vara de madera con punta de metal de unos 120 cm y gran capacidad de perforación), el cual podía perfectamente perforar los escudos y herir a sus portadores, causando muchas bajas. Después, con el enemigo quieto y confuso, los romanos cargaban espada en mano.


lunes, 26 de marzo de 2012

'Invención' de la lectura


Antes del siglo IV, la lectura se hacía moviendo los labios, no mentalmente. El primer occidental del que se sabe que leía mentalmente es San Ambrosio, obispo de Milán, en el siglo IV después de Cristo. La gente, al no estar acostumbrada a semejante acto, se le quedaba mirando. Además, siendo el siglo IV, no fueron pocos los que le acusaron de pactar con el diablo.

Leer en voz alta, aunque ahora sea cosa de una minoría, durante mucho tiempo fue lo normal. Cuando los españoles de Francisco Pizarro llegaron a América, los incas se quedaron boquiabiertos cuando estos empezaron a leer en voz alta, marcando claramente cada sílaba. Los incas nunca habían visto leer a alguien, por lo que denominaron este acto como 'hablar con sábanas'.

Sin embargo, entre la gente culta, la lectura mental se expandió de manera considerable, hasta el día de hoy, en el que la mayoría de los que leen en voz alta, son los lectores infrecuentes.